Para hablar de la apertura, debemos introducir una nueva nomenclatura: el número “f”.
Dependiendo del modelo de cámara que tengamos, es más que probable que se defina de uno u otro modo. Atendiendo a lo estrictamente teórico, nos referiremos de esta forma: f/2,8.
El término apertura, va estrechamente relacionado con el diafragma, ese mecanismo que regula el caudal de luz que entra por el objetivo y avanza hasta el sensor de la cámara. Por tanto, cuanto más abierto esté el diafragma mayor luminosidad tendrá la imagen resultante.
Ahora, pasaremos a entrever la relación entre el número “f” y la apertura física. En contra de lo que pueda parecer, a menor número “f”, mayor apertura tendremos; por ejemplo, si tuviésemos un diafragma f/2,8, sepamos que será más luminoso que un f/8. Este hecho viene determinado por la estructura del propio diafragma. En la actualidad son del tipo “iris”; una serie de laminillas que se abren y se cierran dependiendo de nuestras necesidades. Para entenderlo mejor, echemos un vistazo al siguiente gráfico.
Aquí vemos como, a menor número “f”, tenemos mayor caudal lumínico; por el contrario, con un número alto, dejará pasar menos cantidad de luz. Por consiguiente, el número “f” será la oquedad que dejen las laminillas cuando se abran o se cierren.
En la actualidad, la escala estándar de valores “f” para todo objetivo, es la siguiente:
f/1 – f/1,4 – f/2 – f/2,8 – f/4 – f/5,6 – f/8 – f/11 – f/16 – f/22 – f/32….
Hemos hablado de la relación del número “f” con el diafragma, pero ¿realmente de dónde se obtiene dicho número?
La teoría nos dice, que el número “f” o “apertura relativa” es el cociente entre la distancia focal y el diámetro de la apertura efectiva. Para entenderlo mejor, observemos el siguiente gráfico y leamos el ejemplo expuesto a continuación.
Pongamos que tenemos un teleobjetivo de 400mm de distancia focal y una apertura efectiva de 100mm de diámetro. La luminosidad resultante sería f/4.